miércoles, 31 de diciembre de 2008

Nochevieja

Juan se comió el sandwich de jamón y queso, que acababa de descongelar en el microondas y se lo puso delante. Aunque un nudo en el estómago apenas le dejaba tragar, se obligó a si mismo y se lo comió poco a poco. Miró la televisión y su sonido por unos momentos le hizo soñar que su casa estaba llena de gente.

Miró las frías paredes y quedó con la vista perdida en el calendario. Se levantó y arrancó la última hoja. Era nochevieja, ya no había más días en ese calendario. A veces pensaba que en su vida era igual, ya no le quedaban más días.

Cogió un cuenco con doce uvas y lo colocó en la mesa, tumbándose en el sofa, esperando esa hora mágica en la cual todo el mundo gritaba, bailaba, se besaba, se felicitaba. Se levantó y sacó dos copas, abrió una botella de cava y sirvió el líquido amarillento y burbujeante en una de ellas.

Levantó la copa llena y la chocó contra la que estaba vacía, haciendo sonar el vidrio.

- Por mí - dijo en un susurro.

Siguió mirando la televisión, pero no la veía, solo recordaba su vida como una película gastada, esa vida que poco a poco se perdía entre la niebla del olvido. Recordó aquellas Navidades con árboles de navidad, bandejas de turrón, regalos, niños, brindis, villancicos... y añoró aquellos días en que todo estaba en su sitio. Todo era como debia ser.

Miró el reloj, eran las once y media, y en un arranque, envolvió sus uvas en un papel y salió con el coche hacia la plaza. Allí estaba todo el mundo, allí iría él, que también estaba en el mundo. Cuando llegó, helado de frío, camino entre grupos de gente desconocida y llegó frente al reloj del ayuntamiento. Comió sus uvas despacio, concentrado, mientras sonaban las campanadas, y los demás se atragantaban y reían.

Terminaron las campanadas y todos empezaron a abrazarse, a besarse y a desearse feliz año. Juan con las lágrimas en los ojos, solo, miró alrededor y vió a un desconocido de su misma edad al lado. Tambien estaba solo y la tristeza le salía a borbotones por todos los poros de su cara. Se acercó a él y lo abrazó.

- Feliz año nuevo - dijo sollozando.

- Feliz año nuevo - contestó la voz ahogada del desconocido.

FIN